Times Square a las seis de la mañana, es igual pero diferente. Están las luces, las pantallas, el ruido...pero le falta la energía de la gente; el bullicio ese que no deja mirar para observar. Es aquí cuando surge la duda. ¿Qué será más verdad? La suerte que tenemos es que la hemos recorrido de arriba a abajo de las dos maneras y ahora tenemos argumentos para comparar. A vosotros y vosotras, ¿cómo os gusta más?
Por las noches, cada vez que nos despertamos así de pronto, nos acercamos a la ventana y miramos el Empire. Porque en verdad es diferente: elegante, como de saber estar. Así que hoy nos hemos acercado a sus pies. Para sentirlo cerca. El Empire tiene magia. 443 metros de ella que hacen que inevitablemente pienses en él cuando evocas NY. Icono de la ciudad.
Pasa lo mismo con Central Park. Es el parque urbano por excelencia. Existen mil y una recomendaciones para visitarlo, pero nosotros y nosotras nos dejamos llevar. Perderse, pasear y descubrir. Y de pronto, lagos, fuentes, un balón, ardillas, baños, una pista para patinar ...hasta una declaración de amor. Lo tiene todo. Central Park es ese parque bonito que toda ciudad necesita para respirar; pero en grande, a lo muy grande. En verano debe ser todavía más.
No queríamos perdernos la parte del parque que rinde homenaje a John Lennon. “Imagine” evoca la esperanza para un mundo sin conflictos y sin querer la mente se no va a ese aniversario de la guerra de Ucrania que justo es en estos días y todos esos enfrentamientos, también los internos, con los que convivimos. Compleja existencia.
Visitar el Bronx se nos hace obligado. Pero el Bronx son muchos Bronx y nada tienen que ver unas zonas con otras, seguro. Verlas todas se nos antoja imposible. Pero sí es distinto, el ambiente no es igual. El hip hop está presente en ese deambular por sus calles, con el estadio de los Yankis, en el grafiti con su nombre y en la típica cancha de baloncesto donde la gente se reúne a jugar, charlar...la música presente y nosotros y nosotras también queremos estar. Sensaciones.
En este sumar experiencias neoyorkinas no podía faltar subir a un mirador y poder ver la ciudad desde arriba, es un tú a tú en toda regla. Elegimos el Summit. Y es toda una experiencia. Se convierte en un juego divertido que hace que se convierta en una experiencia inolvidable.
Las vistas son increíbles. Parece que la mirada se agranda, que ves más allá, 360 grados para admirar la grandeza, de una ciudad que cada vez es más nuestra y que cada día que pasa nos gusta más.
El juego de espejos divierte y hace que las vistas cambien, y se conviertan en otras, en una ciudad de por si cambiante. Impresionantes.
La sonrisa continúa porque de pronto globos. Muchos. Globos plateados que te devuelven a esos primeros años donde las cosas importan lo justo y el dejarse llevar tiene ese punto liberador y disfrutón.
La cosa no queda allí. NY se pone a tus pies y es una experiencia de vértigo. Estás realmente alto cuando la ciudad queda a tus pies. Y aunque en este momento del viaje, el ritmo para porque aquí arriba todo es diferente, abajo la vida continua, en constante movimiento. Interesante contraste.
Subir al atardecer es un acierto. Poder contemplarla desde la terraza de día y de noche y en ese transitar es espectacular. El edificio Chrysler enamora cuando las luces se encienden y se queda para siempre. Y es aquí donde queremos estar.
Todavía nos quedan ganas para pasear por la Estación Central, escenario de muchas películas y se siente tan chula como se ve. Sus míticas escaleras, sus ventanas, su reloj y cúpula hacen que sea una de las estaciones más bonitas que hayamos visitado.
Después de tocar con la mano el edificio Chrysler, regresamos “a casa” con esa sensación de gran ciudad y con ganas de seguir viendo más.
Salud y bancos dedicados en Central Park.
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