Día 10: Ruinas Uxmal. Campeche ciudad. Llegada Calakmul

Seguro que lo sentís. Ese run run interior que de pronto os hace vibrar más intenso, más potente. Es lo que tiene acompañarnos en el blog, que también vosotros y vosotras podéis sentir en la distancia la sensación de libertad, la capacidad de seguir asombrándonos y el buen rollo que da el viajar. Esa por lo menos es la idea: que la energía sea corriente que va y viene y acaricie almas. Cada comentario y cada palabra que nos regaláis nos sabe gloria. Lindos y lindas que sois. Mil gracias.

Si Chichen Itzá era extraordinario, las ruinas mayas de Uxmal no se quedan atrás. Y además tienen eso que no te lo esperas tanto y parecen más altas, el espacio más grande y el número de edificaciones mayor. También el calor y la humedad. Pero igual es sólo una sensación.

Seguimos en modo feliz y se nos nota. Hasta las fotos se ven más chulas.De repente apetece ponerle música al momento y cruza de pronto la banda sonora de “la misión” y nos la quedamos porque suena a bonito y eleva a otro nivel el paisaje. Mexico está orgulloso de ser maya y no nos extraña. Sólo con asomarnos un poquito a esta gran cultura remueve y te apetece seguir sabiendo más.

Hoy un montón de kilómetros por delante. Día largo de coche y si encima la carretera está a cada poco llenita de socavones y baches, el tiempo pasa seguro más despacio. Impresionantes. Es la carretera en peor estado que hemos pasado y de verdad que es digna de mención.

Nos llaman la atención la cantidad de coches “escarabajo” que vemos circulando, el montón de sitios donde parar en el camino a picar algo, siempre una tienda o alguien que te vende y que allá donde mires hay personas sentadas como si esperaran o sin más, viendo la vida pasar.

Campeche nos pilla de paso pero no nos importa para nada. También es muy bonito. Tiene mar y eso se nota. Es como estar de vacaciones. La ciudad transmite ese vivir despreocupado pero a la vez más ordenado que otros lugares que hemos visitado.

Las aceras están altas . Y cuando lo decimos es porque de verdad lo están. Hasta hay escaleritas para subir. Imaginamos que es por la acumulación del agua cuando llueve que debe convertir la carretera en río.

Pero nos da pena no visitarla más a la noche. El lugar debe rezumar encanto con las lucecitas encendidas y la vida que se despierta cuando el sol se oculta. Nosotros y nosotras hemos sufrido el calor, así que mejor más tarde.

Llegamos a nuestro destino de noche. Son unas cabañitas cerca de las ruinas de Calakmul. Muy modestas pero nos dan un recibimiento de hotel de lujo. Justo inauguran el barecito y por cortesía nos invitan a probar su cochinita y su mole. Detallazo. Raro llegar a una fiesta donde todo el mundo te mira. No estamos acostumbrados ni acostumbradas a ser el centro de atención. Muy agradecidos y agradecidas por la bienvenida.

Salud y la brisa soplando