Así, mirando al mar, con la brisa acariciando y bajo la sombrila, la vida sabe a maravilla. El poder parar y relajar en este trocito de paraíso es gozoso, para el cuerpo y el alma. E intentar cerrar los ojos y guardar el momento para otros menos placenteros, se hace necesario sin mucha más opción.
Nos dejamos consentir. Es fácil cuando todo está en calma. Apenas queda margen para otra cosa que no sea sonreír. Y revelarse no tiene ni sentido ni motivo.
La playa del hotel es chiquita, o por lo menos la parte que ahora se puede utilizar. El sargazo (algas) avanza conquistando la costa y contenerlo no debe estar siendo tarea fácil. Cambia el paisaje, la fauna, cambia el color del agua y las sensaciones. El sargazo lo cambia todo. Aunque hemos tenido suerte. En este pedacito apenas hay ahora. Nos dicen que en unos meses ya no habrá tanto pero si el avance sigue así, sin freno, va a ser un problema de peso.
El hotel es de los grandes y con ese aroma de los "todo incluido" dónde lo puedes tener todo siempre. El consumo incluso se disocia un poco del "si realmente lo quiero". Pero nosotros y nosotras nos hemos descubierto no demasiado amantes de los excesos; más que lo habitual sí, pero sin morir en el intento. Disfrutando y agradeciendo.
Aunque si queremos ser fieles a la verdad, alguno y algunas estamos haciendo algo mal. La "zona de evacuación" es la más solicitada en la habitación y sálvese quien pueda cuando las ganas llaman a tu puerta.
Nos pasamos las horas no haciendo nada o haciéndolo todo si cambiamos la mirada. Porque descansar, leer, ponernos al día con el blog, volar el dron, beber agua de coco, pasear, reír en compañía...igual es todo y no nada. Pero como en casi todas las cosas en el punto está el equilibrio. Nosotros y nosotras necesitamos por igual calma y acción porque una no la entendemos sin la otra y viceversa, y encontrar armonía da sentido al estar.
Las habitaciones de este hotel son de un nueve sobre diez. Nueve porque se pudieran asemejar más a nuestro gusto particular pero nos aportan bienestar con sus camas grandes y cómodas, su bañera en jacuzzi, su amplitud... siempre están ready y son oasis dentro del paraíso.
En este hotel no se aloja mucha gente de aquí; todos y todas somos turistas de fuera en búsqueda. El inglés se oye tanto o más. Y todo está hecho para el disfrute: los restaurantes temáticos, el spa,el espectáculo de delfines, las actividades, las piscinas y heladería; todo comido y servido para que no tengamos ni preocuparnos ni ocuparnos en nada.
En un ratito abandonaremos el Hotel Grand Sirenis. Por delante queda la ultima comida, devolver los coches y hacer los trámites antes de embarcar. De momento acaba como empezamos, mirando al mar y dejándonos acariciar.
Salud y momentos de escucha
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29-oct-2024 5:35:49
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