Te despiertas y lo sientes porque el corazón late diferente. Más libre, quizá. Es la energía del viaje que te recorre y eleva gozosa, que hace que abras bien los ojos y tengas ganas de más; de seguir viajando siempre.
Te despiertas y lo sientes porque el corazón late diferente. Más libre, quizá. Es la energía del viaje que te recorre y eleva gozosa, que hace que abras bien los ojos y tengas ganas de más; de seguir viajando siempre.
En este recorrer Filadelfia express visitamos la calle empedrada más antigua del país, Elfreth´s Alley, la tumba de Benjamin Franklin (probablemente el habitante más célebre de la ciudad), la casa de Betsy Ross (donde se diseñó la bandera del país) y el Independence National Historic Park con su Campana de la Libertad y el lugar donde se firmó la Declaración de Independencia. Y sí, el patriotismo está presente, y se exhibe con orgullo, en las grandes y en las pequeñas cosas. Te lo puedes imaginar.
Y para terminar con una experiencia completa de la ciudad, diremos que nos hicimos un amigo de allá. Pero un amigo de verdad, de esos que se siguen en Instagram. La persona que trabajaba en la estación y que nos ayudó a llegar a nuestro tren de regreso a NY, nos chivateó que el tipo al que también acompañaba era famoso (director de cine y cantante, nada más y nada menos) y fue muy divertido ese intercambiar y compartir el rato porque era de esa gente amigable, que irradia energía y buen rollismo y que a nosotras y nosotras nos hizo disfrutar el momento más.
Para rato bueno en que nos hizo pasar la hamburguesa que comimos en el Burger Joint. Porque comer puede sólo satisfacer esa necesidad básica o puede, además, alegrar el alma. Cuando la comida está rica y la compartes con gente que quieres, la segunda opción está asegurada.
Esta hamburguesería es famosa además por encontrarse detrás de una cortina de terciopelo rojo (no podía ser una cualquiera) dentro de un hotel, el del Le Parker Meridien New York. Y el contraste es curioso porque poco a nada tiene que ver el lujo del hall con las paredes llenas de nombres y firmas de la hamburguesería. La variedad es limitada, pero para qué más cuando lo que ofreces funciona. Y como siempre hay alguien de las personas que trabajan en hostelería que habla español, la experiencia suma más puntos. Sólo diremos que somos de hablar.
Apurando apurando, nos dejamos casi para el final, la visita a la señora más famosa de la ciudad, la Estatua de la Libertad. Y lo hicimos a lo gratis, en el Staten Island Ferry que atraviesa el río Hudson, sin necesidad de pagar. Es verdad que se ve un poquito desde lejos, y que, si eres muy fan fan, quizá haya que valorar otras opciones para visitarla, pero si tu interés por Miss Liberty no es tan pasional, esta opción es también muy recomendable. Eso sí, toca abrigarse porque es mejor verla desde el exterior y en febrero no hace calor.
Mucha gente coge inmediatamente el ferry de vuelta a Manhattan, pero nosotras y nosotros hicimos parada de consumismo en el outlet que está justo nada más bajar y aprovechamos el viaje de vuelta para admirar una vez más, y por última (de momento), el skyline de NYC cuando las luces se encienden y el sol se apaga.
Visita relámpago al distrito financiero pero esta vez de noche y experiencia máxima de ver un musical en Broadway. El Rey León, nada más y nada menos. Preciosísimo.
Salud y notas musicales.
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29-oct-2024 5:36:34
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